sábado, 16 de mayo de 2015

pequeñas historias

Esa mañana era temprano, demasiado temprano. Las clases de tercero y cuarto de ESO esperamos junto a la iglesia la llegada  del autobús, en una fría mañana de primavera, los ánimos aun estaban muy calmados y no se escuchaba un gran jaleo de voces, era agradable. todavía no había amanecido aunque los primeros rayos de luz ya se dejaban ver entre los grandes arboles del colegio cuando llego el autobús  de momento no había pasado nada raro, el autobús había llegado a su hora, todo el mundo había llegado a tiempo, cosa que a todos nos sorprendió un poco. el viaje transcurrió con normalidad, como cualquier otro viaje, unos dormían  otros chateaban por el móvil y otros simplemente miraban por las ventanillas contemplando el paisaje. Y por fin después de unas dos horas de viaje, llegamos a nuestro destino, solo se veía montaña, y olía a campo, eso fue lo que mas me gusto ese olor a campo que hacia tanto tiempo que no sentía en mi, me recordaba a cuando iba de viaje a la sierra con mis padres, simplemente me encanto volver a tener la sensación de que eso seguía existiendo. aquel recinto en el que estábamos era el lobo park, una vez hubimos soltado todos las mochilas, nos dejaron desayunar no sin antes advertirnos a todos, que no podíamos dejar nada tirado en el suelo, e indicarnos donde estaban las papeleras. Mas tarde después de desayunar  una de las cuidadoras de los lobos de cuyo nombre no me acuerdo, fue guiándonos por las distintas loberas y nos explico a todos, lo que hacían allí y cual era su forma de trabajar con los lobos, nos explico por que se estaban extinguiendo muchas especies, y el por que aquel recinto era único  y por lo que pude entender, allí  no domesticaban a los lobos por que querían ver como se comportaban en su medio natural, y que solo uno de lo cuidadores podía entrar con ellos en las loberas. cuando terminamos de ver los distintos tipos de lobos, nos llevaron a ver como debíamos actuar delante de perros que no conocíamos y que podían ser peligrosos, cosa que me sirvió de gran ayuda por que tengo miedo a los perros, todos sabíamos que ya faltaba poco para irnos, y aunque no tuviéramos Internet ni cobertura ni nada por el estilo ninguno queramos irnos aun, pero todavía quedaba una ultima actividad, nos llevaron a una granja, en la que todos nos divertimos y reímos bastante, pero nos llevamos una gran desilusión por que no podríamos   ver al zorro por que había  muerto tiempo atrás. Una vez terminamos de ver la granja nos dejaron comer, no sin una vez mas advertirnos de que no dejáramos nada por el suelo e indicarnos donde estaban las papeleras, y finalmente llego el momento de irnos, la vuelta en autobús fue diferente al anterior viaje  esta vez todos hablaban unos con otros y ya nadie dormía  y todos coincidimos, creo, en que fue un día fantástico lleno de increíbles emociones.

FIN. Eduardo Gago Rivas